
Mis brazos tienen las marcas
de las mesas donde me apoyé
Mesas vacías
marcas de platos sucios
charcos de vasos volcados
Y en mis codos perduran las marcas
de las barras donde sucumbí
Montañas de borrachos tragando
el epitafio de una generación demolida
Y mi pecho tiene las huellas
de las camas que ocupé
La marca de una mujer soñando
con una versión mejorada de mí
Para todo eso no hay restauración
Soy una casa de paredes agrietadas
aire y tabaco concentrados
una mesita bajo el foco apagado
bajo el murmullo de una pelea
a puertas cerradas
que siempre pierdo.
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